Un alumno, cuando le preguntaron qué quería estudiar al año siguiente en la Universidad, contestó muy acertadamente: ¿qué se puede estudiar?
Al igual que al ir a un restaurante miramos en la carta todos los
platos y elegimos, no pedimos el primero que aparece, el adolescente
debe conocer toda la relación de estudios existentes en el mercado, en
qué consiste cada uno, lo que abarca, qué salidas tendrá, dónde se
encuentran las facultades....
Contamos de antemano con que la fuerza de voluntad mueve montañas.
Pero, ¿no sería mejor facilitarles las cosas a nuestros hijos para que
su aprendizaje fuese más placentero que sufrido? Citando a Fernando
Corominas y refiriéndome a los Períodos Sensitivos quisiera poner en el camino una educación lo más práctica e integral posible, donde formemos a nuestros hijos en todas sus capacidades
(físicas, intelectuales y de voluntad). Podemos dar pautas a los niños
en muchos campos e iniciarles en ellos. Pero, una vez ellos se ven con
unas destrezas o con unos gustos, el día de mañana, la educación que han adquirido tiene haberles capacitado para elegir lo que deseen, partiendo siempre del conocimiento.